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El señor G vive en un silencioso pueblito. Un día se le ocurre una idea para llenarlo de música y a todos sus vecinos les parece una locura. Con su constancia y entusiasmo logra llevar a cabo lo que se había propuesto. Alejado del tono didáctico de las tradicionales moralejas, este cuento habla de la importancia de creer en uno mismo y de las sorpresas que traen las buenas intenciones